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Pedro Luis Ferrer.

 

Pedro Luis Ferrer

   Memoria de un concierto.

   El 25 de junio pasado Pedro Luis Ferrer ofreció un concierto en La Reina de Cuba. No hubo una gran divulgación: un cartel en el local, algunas llamadas por teléfono y mensajes a móviles de amigos, músicos y admiradores que no hubieran perdonado que se les "dejara fuera".  La inminente presentación del artista en una sala de Madrid, concertada desde meces antes, convirtió esta previa aparición en La Reina de Cuba, en una especie de recital clandestino, exclusivo, y en un gran privilegio para quienes nos encontrábamos presentes esa noche.

Y, ¡vaya suerte!; porque nada más a propósito en un recital de Pedro Luis Ferrer que esa sensación de estar conspirando, saltándose las normas y los dictados. Aunque, paradójicamente, es muy probable que el único que no haya experimentado ese sentimiento  de conspiración aquélla noche haya sido precisamente el artista. Y es que, por encima de todos los modos con que se le ha calificado desde que se dio a conocer a través de su obra hace ya mas de 30 años, (“cantautor polemista”, “gran tapado de la nueva trova”, “extraordinario juglar”, “trovador contestatario”, “maestro de la guaracha”, etc.)  es indudable que el que mejor lo define es el de hombre libre. Y puesto que esa es una categoría de la que no todos podemos presumir, la mayoría de los allí presentes nos sentimos transportados a una azotea de La Habana Vieja, donde nerviosos, pero atrevidos, nos dispusimos a escuchar y aplaudir algunas de las más hermosas y valientes canciones que se han escrito en la isla: las canciones de Pedro Luis Ferrer.

 

De cómo un hombre, sentado, con apenas una guitarra  y un atril portando papeles en su mayoría manuscritos, puede convertirse en un espectáculo de más de dos horas de pleno disfrute, es tema que corresponde quizás a psicólogos ó sociólogos.  Pero un repaso general a lo ocurrido esa noche puede dar algunas pistas nada desdeñables: hermosas canciones y poemas de amor, jocosas guarachas y décimas humorísticas, melodías y ritmos de casi todos los géneros de la música popular cubana, magistral ejecución de la guitarra, peculiar modo de decir de su excelente voz,  chistes, bromas y reflexiones de todo tipo: políticas, filosóficas e históricas. Y, como colofón, la emotiva presencia de su hija Lena, de exquisita voz y profesional talante escénico, quien interpretó, sola y a dúo con Pedro Luis, varias de sus más conocidas canciones y otras que aparecen en su último disco aún sin editar.

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  Una selección de sus temas mas conocidos nos sumergió en los acordes y textos de "La Habana esta poblada de consignas", "Él tiene delirio de amar varones", "Inseminación artificial" -"Qué misterio hay en ti", "Si no me voy de Cuba", dedicada al desaparecido escritor Jesús Díaz, "El Abuelo Paco" y "Marucha la Jinetera"; pasando por las clásicas "Mariposa" y "Romance de la niña mala". De entre lo mas novedoso, su propuesta de rescate de ritmos clásicos cubanos, entre los que destaca el "changüi", género sobre el que ha estado trabajando en los últimos tiempos;  para concluir, entre los agradecidos aplausos de los presentes, con la popular "Carapacho pa' la jicotea".

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La noche no terminó ahí. Al finalizar su recital, y como es habitual en La Reina de Cuba, el grupo Son de Oro se empleó a fondo para satisfacer las  demandas, esta vez, de los bailadores. Y Pedro Luis, indetenible a esa hora, se sumó a la orquesta y dió rienda suelta a su faceta de improvisador. Junto al joven creador pinero Kelvis Ochoa, en un mano a mano memorable, sorprendió a los bailadores inspirando cuartetas y décimas en medio de una hilarante descarga musical, a medio camino entre la timba y el son, que despejó cualquier duda, si alguna quedaba, sobre la categoría artística de este peso pesado de la música cubana.

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Pero, nada es perfecto. Y, aún cuando rayando el amanecer madrileño sentíamos que la noche había cubierto con creces todas las expectativas, una pena robaba plenitud a tanto disfrute: Pedro Luis Ferrer es prácticamente un desconocido en España y en buena parte de la América hispanohablante. Y esa condición se acrecienta, transformándolo en El Gran Desconocido, por cuanto se trata de uno de los más importantes compositores, cantantes, guitarristas, todo en uno, de la música popular cubana de todos los tiempos.

 

Y lo que puede ser peor aún, esa condición no está determinada por tendenciosos criterios de márquetin, tan de moda en la actualidad, ni porque la suya sea una obra de carácter elitista, ni de cultas u ocultas referencias. Su condición de librepensador, su crítica actitud ante los desaciertos del régimen en Cuba, su valentía para asumirla y su políticamente incorrecta manera de manifestarse lo han condenado a una suerte de destierro mediático que tiene sus fronteras, incluso, mas allá de los límites de la isla.

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No obstante, Ciento por Ciento Cubano, Pedro Luis Ferrer es incapaz de callar, de detenerse. Un próximo proyecto de gira puede traer al artista de nuevo a España en 2004. Si llegara a concretarse nos ha prometido otro concierto en La Reina de Cuba. Desde estas páginas los mantendremos al tanto.

 

 

Rubén Aguiar Muñoz, enero, 2004

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