Y,
¡vaya suerte!; porque nada más a propósito en un recital de Pedro
Luis Ferrer que esa sensación de estar conspirando, saltándose
las normas y los dictados. Aunque, paradójicamente, es muy
probable que el único que no haya experimentado ese sentimiento
de conspiración aquélla noche haya sido precisamente el
artista. Y es que, por encima de todos los modos con que se le
ha calificado desde que se dio a conocer a través de su obra
hace ya mas de 30 años, (“cantautor polemista”, “gran
tapado de la nueva trova”, “extraordinario juglar”,
“trovador contestatario”, “maestro de la guaracha”,
etc.) es indudable
que el que mejor lo define es el de hombre libre. Y
puesto que esa es una categoría de la que no todos podemos
presumir, la mayoría de los allí presentes nos sentimos
transportados a una azotea de La Habana Vieja, donde nerviosos,
pero atrevidos, nos dispusimos a escuchar y aplaudir algunas de
las más hermosas y valientes canciones que se han escrito en la
isla: las canciones de Pedro Luis Ferrer.
De
cómo un hombre, sentado, con apenas una guitarra
y un atril portando papeles en su mayoría manuscritos,
puede convertirse en un espectáculo de más de dos horas de
pleno disfrute, es tema que corresponde quizás a psicólogos ó
sociólogos. Pero
un repaso general a lo ocurrido esa noche puede dar algunas
pistas nada desdeñables: hermosas canciones y poemas de
amor, jocosas guarachas y décimas humorísticas, melodías y
ritmos de casi todos los géneros de la música popular cubana,
magistral ejecución de la guitarra, peculiar modo de decir de
su excelente voz, chistes, bromas y reflexiones de todo tipo: políticas, filosóficas
e históricas. Y, como colofón, la emotiva presencia de su hija
Lena, de exquisita voz y profesional talante escénico,
quien interpretó, sola y a dúo con Pedro Luis, varias
de sus más conocidas canciones y otras que aparecen en su último
disco aún sin editar.
.
Una selección
de sus temas mas conocidos nos sumergió en los acordes y textos
de "La Habana esta poblada de consignas", "Él
tiene delirio de amar varones", "Inseminación
artificial" -"Qué misterio hay en ti", "Si
no me voy de Cuba", dedicada al desaparecido escritor Jesús
Díaz, "El Abuelo Paco" y "Marucha la Jinetera";
pasando por las clásicas "Mariposa" y "Romance
de la niña mala". De entre lo mas novedoso, su propuesta
de rescate de ritmos clásicos cubanos, entre los que destaca el
"changüi", género sobre el que ha estado trabajando
en los últimos tiempos; para concluir, entre los
agradecidos aplausos de los presentes, con la popular
"Carapacho pa' la jicotea".
.
La
noche no terminó ahí. Al finalizar su recital, y como es
habitual en La Reina de Cuba, el grupo Son de Oro
se empleó a fondo para satisfacer las
demandas, esta vez, de los bailadores. Y Pedro Luis,
indetenible a esa hora, se sumó a la orquesta y dió rienda
suelta a su faceta de improvisador. Junto al joven creador
pinero Kelvis Ochoa, en un mano a mano memorable,
sorprendió a los bailadores inspirando cuartetas y décimas en
medio de una hilarante descarga musical, a medio camino entre la
timba y el son, que despejó cualquier duda, si alguna quedaba,
sobre la categoría artística de este peso pesado de la música
cubana.
.
Pero,
nada es perfecto. Y, aún cuando rayando el amanecer madrileño
sentíamos que la noche había cubierto con creces todas las
expectativas, una pena robaba plenitud a tanto disfrute: Pedro
Luis Ferrer es prácticamente un desconocido en España y en
buena parte de la América hispanohablante. Y esa condición se
acrecienta, transformándolo en El Gran Desconocido, por
cuanto se trata de uno de los más importantes compositores,
cantantes, guitarristas, todo en uno, de la música popular
cubana de todos los tiempos.
Y
lo que puede ser peor aún, esa condición no está determinada
por tendenciosos criterios de márquetin, tan de moda en la
actualidad, ni porque la suya sea una obra de carácter
elitista, ni de cultas u ocultas referencias. Su condición de
librepensador, su crítica actitud ante los desaciertos del régimen
en Cuba, su valentía para asumirla y su políticamente
incorrecta manera de manifestarse lo han condenado a una suerte
de destierro mediático que tiene sus fronteras, incluso, mas
allá de los límites de la isla.
.
No obstante, Ciento por Ciento Cubano, Pedro
Luis Ferrer es incapaz de callar, de detenerse. Un próximo
proyecto de gira puede traer al artista de nuevo a España en
2004. Si llegara a concretarse nos ha prometido otro concierto
en La Reina de Cuba. Desde estas páginas los
mantendremos al tanto.
Rubén Aguiar Muñoz, enero, 2004
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