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Es probablemente el cubano más
famoso entre los cubanos. En un país de cuenteros,
dicharacheros, chistosos, hablantines, jaraneros,
mentirosos y buscavidas de todo tipo, se podría
pensar que es prácticamente imposible destacar como
contador de chistes más allá del famoso cuarto de
hora de gloria que se nos tiene reservado a cada uno,
incluido ese 90 por ciento que pasa por acá
sin enterarse de ello siquiera. Bien, pues Guillermo
Álvarez Guedes es, al entender de no
pocos enterados, el punto donde confluye, a plena
potencia, concentrado hasta el cuasi-infinito, lo
que los cubanos hemos dado en llamar La Gracia
del Cubano.
Este hombre del que todo cubano se siente amigo
(incluso sus enemigos, esos que en la isla
aún tienen que escucharlo a escondidas, o han de
conformarse conque uno de su calle le diga que tiene
un amigo que dice conocer a un tipo que un día
escuchó tras una ventana a alguien contar un cuento
de álvarezguedes) tiene el privilegio de llevar
mas de 50 años siendo reverenciado por la casi
totalidad de sus compatriotas, por una cantidad
incontable de paisanos del mundo hispanoparlante y
hasta por una nada despreciable cantidad de
americanos que, mal que bien, se defienden con el
spanglish. |
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Leo en una reseña de Armando Lopez en El
Veraz, semanario digital:
"El show de Álvarez Guedes consiste en él
solo debajo de un bombillo. ¿Qué le encuentra la
gente a este humorista, que asegura que los cubanos
somos grandes dictadores, que Miami es un gueto, y
que puede hacer radio hasta en calzoncillos?
El show de Guillermo Álvarez
Guedes es él solo, a chiste limpio. No hay
orquesta. No cuenta con bailarinas. No hay cambio de
luces.
Pero se acaba de presentar en Puerto Rico, en San
Juan, en Ponce y en Mayagüez, a teatro lleno. Dos
semanas antes, todos los boletos estaban vendidos. Y
se atrevió a ofrecer dos funciones seguidas, para
casi 4.000 personas, en el United Palace de
Nueva York, y dejó un tumulto afuera." |
Pero claro que el secreto no es solo carisma,
dotes histriónicas naturales, profesional manejo de
la puesta en escena, bis cómica y esa
particular predisposición del público a rendirse
ante quien le propicie el goce de reír. Todo eso
existe, sí, en grandes dosis incluso. Pero aventuro
una consideración que me parece el fundamento
principal del éxito de Álvarez Guedes: su inteligencia,
que, unida a un profundo conocimiento de las conductas
y manifestaciones del ser humano, le permite
desnudar las más solemnes actitudes y modales de
cuanto hijo de vecino habita este universo nuestro.
Su lenguaje, que no parece conocer los límites de
la corrección, jamás llega a ser agresivo, si bien
una buena cantidad de las expresiones que usa
resultarían groseras y grotescas en otras bocas. Álvarez
Guedes logra hacernos cómplices de su
incorrección, mediante el tramposo acto de
contar nuestras calladas incorrecciones. De
echo, muchas veces reímos sin que exista en sus
historias un chiste como tal: sencillamente nos echa
en cara nuestras pequeñas miserias, nuestros
ocultos egoísmos, y las tantas poses ridículas
conque nos entregamos a sobrevivir en este mundo de
falsas y pretenciosas apariencias.
Después de escucharlo tantas veces percibe uno que
nada es azaroso en sus
espectáculos y discos. Hay mucho saber en este
artista cubano; ¡mucho ha de haber para que le haya
permitido vivir del cuento durante tantos
años!.
En esta página tienen una pequeña muestra de su
trabajo y un Link que les permitirá acceder a una
tienda donde poder comprar sus discos... que no solo
del cuento vive el hombre.
Rubén Aguiar
Muñoz para La Reina de Cuba |
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