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Siempre
me gustó la
música,
aprendí a
tocar
malamente con
una guitarra
que tenía
junto a un
amigo de la
mocedad
nombrado
Manuel Rubio.
Siendo los
dos muy jóvenes
nos dedicábamos
a dar
serenatas por
Santiago. En
esa época le
oía a los
demas
serenateros
hablar de
Pepe Sánchez
y me causó
gran
curiosidad
conocerlo.
Había una señora
llamada Lucía
que vivía en
la calle Clarín
y le estaban
celebrando
una noche su
cumpleaños. |
Empezamos
a cantar mi
compañero y
yo, la
ventana se
abrió y el
que se asomó
era Pepe Sánchez,
el padre de
la Trova
Santiaguera.
Fue mi compañero
quién lo
reconoció y
en seguida
dejamos de
tocar, pero
el dijo:
"No
muchachos,
no, sigan
tocando que
va muy bien,
está muy
bien lo que
están
haciendo"
entramos en
la casa y
seguimos la
fiesta junto
a los demás.
Al poco rato
Pepe dijo:
"Dónde
aprediste a
tocar
guitarra?",
Yo le contesté:
"Pepe,
yo lo poco
que sé lo he
aprendido
solo,
simplemente
viendo y
oyendo a mis
amigos"",
entonces él
me dijo:
"Bueno,
veo que
tienes vocación
para el
instrumento".
Así fue como
me enseñó a
tocar.
Pepe
Sánchez
siempre que
iba a tocar
en una fiesta
llevaba una
especie de
conjunto
vocal que le
servía de
coro, eran
unas ocho o
diez
personas. El
era un hombre
muy
caballeroso
que tenía
relaciones
con familias
blancas
acomodadas
como los
Merinos, los
Pozuela, los
Cendoyas y
muchas mas.
Con su grupo
iba y
amenizaba
fiestas en
quintas de
recreo que
tenían los
ricos en
Cuabitas, San
Vicente,
Boniato, Dos
Bocas y El
Caney.
Siempre viviré
agradecido de
él, porque
muchas veces
me dió
trabajo con
ese coro en
el que yo
cantaba y
tocaba la
guitarra,
Aquellas eran
fiestas muy
buenas, a la
orilla de un
río, en las
que se bebía
y se comía
muy bien. Con
ese coro fuímos
a tocar
muchas veces
a Guantánamo
anunciando un
refresco, el
autor del
comercial era
el mismo
Pepe, su
guarachita
decía así:
Cola
marca Palma
Real
es
una industria
cubana
que
todos deben
tomar
porque
es muy útil
y sana.
Esta
cola es
exquisita
esa
es la mejor
del mundo
esa
cola a todos
invita
a
tomar en un
segundo...
Para
mí Pepe Sánchez
es un
compositor
que vino a
refinar la música
cubana. Es
innegable que
el bolero
nació en
Santiago de
Cuba y que
nuestra
ciudad es la
plaza mas
fuerte de
este género
musical; pero
hay que decir
que al
principio le
faltó
refinamiento,
pues las
letras
constituían
expresiones
muy rústicas,
la guitarra
por lo
general se
tocaba muy
rasgueada sin
depender de
una refinada
ejecución,
pero bien,
con todo eso,
ese era el
sistema que
se utilizaba
al principio.
Me acuerdo de
algunos
autores de
Santiago, no
muchos,
Manuel
Delgado,
Leopoldo
Ruvalcaba,
que compuso
muchas
canciones y
boleros patrióticos;
pero Pepe Sánchez,
lo vuelvo a
señalar, fue
el primero
que refinó
nuestro
bolero y elevó
la calidad de
las letras,
porque los
boleros que
se componían
en Santiago
antes de Pepe
tenían
letras muy
sencillas,
sin interés
ni elegancia
de ninguna
especie.
Había
en Santiago
muchos
hombres rústicos
que eran
trovadores,
como Eulalio
Limonta, que
era
carbonero.
Vivían el la
Loma del Clarín,
era mulato,
indio, alto y
gordo. Tenían
un compadre
que le decían
Eusebio
Caballón,
los dos
componían
boleros y se
trasmitían
mensajes y
quejas que el
uno hacía al
otro. Caballón
le compuso a
Limonta un
bolero que
decía:
Compadre
Eulalio
compadre
del alma mía
tu
silencio he
de romper
unido
a los míos
qué
he de
hacer?...
En
Santiago le
llaman pluma
a la llave
del agua.
Eulalio le
compuso un
bolero a este
artefacto:
Qué
pluma
qué
pluma tan
mala
pues
tiene a todos
mis vecinos
muertos
de sed...
Un
lugar de
Santiago
donde se oía
muy buena música
era en la
casa de
Rafael
Salcedo, allí
pude ver a
Claudio
Brindis de
Salas. Tenía
yo unos once
años cuando
lo ví tocar
en el Club
San Carlos y
en los Jardínes
de Michaelson.
Voy a referir
una anécdota
muy
interesante
de Brindis:
El
evidentemente
padecía de
un terrible
complejo
racial, era
un hombre muy
excéntrico,
es decir,
actuaba de
una manera
muy especial,
no era
puntual a la
hora de
asistir a un
concierto,
casi nunca
quedaba bien.
Una vez visitó
la casa de
Salcedo
vestido de
frac, pero en
chancletas en
vez de
zapatos, lo
que llevaba
puesto en los
pies era un
par de
cutaras de
palo, llegó
así y se
sentó
tranquilamente
al pie del
piano. Era un
negro alto,
siempre usaba
corsé, tenía
para lucir un
brillante
negro que
llamaba mucho
la atención,
y según oí
decir lo había
traído de
París (...).
Cerca de la
casa de
Salcedo vivía
un famoso
clarinetista
camagueyano,
Calixto
Varona, que
fue director
de la Banda
Municipal. Su
hijo era un
excelente
violinista y
debido a la
mala situación
económica
que había en
Cuba tuvo que
emigrar al
extranjero.
Mi
primer bolero
lo titulé
Venganza de
amor. Este número
lo canté por
primera vez
junto a
Gabriel
Rubio, el
compañero
que yo
mencioné.
Por cierto
que hubo un
trovador allá
en Santiago
que lo oyó y
se interesó
en conocer el
autor, se
llama Juan de
Dios
Hechevarría.
Al fin nos
conocimos. Me
topé con él
una noche en
una fiesta
que daban en
la calle
Mejorana, él
oyó el
bolero, me
miró de
arriba abajo
y asombrado
por mi corta
edad dijo:
"Me he
convencido de
que debajo de
cualquier
cueva sale un
cangrejo". |
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Juan de Dios
era también
un hombre rústico
de muy poca
preparación.
En sus
inspiraciones
no reflejaba
nunca un
tierno
sentimiento
amoroso hacia
la mujer, su
lenguaje era
mas bien
repulsivo. En
uno de sus
boleros
dice:
Voluble
eres mujer
no
has sabido
respetar
manchaste
el juramento
y
ahogaste mi
pasión ...
En
otro bolero
emplea el
mismo
lenguaje
cuando refiriéndose
a una dama señala:
Te
has de ver
como una
escoba
barredora
arrastrada
y sumergida
por el suelo,
sin
tener en el
mundo
consuelo,
ni
quién la
cara te pueda
mirar ...
Como
que Venganza
de amor tuvo
gran éxito
en Santiago,
poco después
hice otro
bolero que
titulé No
dides prenda
querida.
Después caí
en un letargo
que llegué a
pensar que
nunca mas iba
a poder idear
una composición,
tenía muchas
dificultades
económicas
...
Yo
estaba
aprendiendo
para sastre,
era ya un
medio
operario
cuando decidí
ir a trabajar
para Mayarí.
Estaban próximos
a celebrarse
los
carnavales en
Santiago y
fui hasta
aquel pueblo
de la
provincia de
Oriente
porque me habían
informado que
una vez allí
podía ganar
algún dinero
con por
oficio. Yo
quería
ahorrar para
poder
disponer de
dinero y
regresar a
Santiago
antes de que
empezaran los
carnavales.
Al llegar a
Mayarí, que
era entonces
un lugar
solitario muy
apartado,
cabe las
montañas
aquellas,
trabajaba
muchísimo, y
al terminar
la jornada no
tenía donde
ir, toda la
diversión
que podía
tener era ir
a un culto
protestante
por la noche.
En medio de
esas cosas
pude conocer
a un barbero
dominicanoque
vivía como a
tres cuadras
de donde yo
estaba y
entre los dos
surgió una
gran
afinidad,
puesto que a
él tambien
la gustaba el
canto y la
guitarra.
Recuerdo que
un día
siendo como
las dos o las
tres de la
tarde fuí a
verlo y me
dijo:
"Hombre,
mi amigo, me
alegro de
verlo, aunque
sea para
darle esta
mala noticia:
su amigo se
embarca para
Santo Domingo
porque mi
Partido me
reclama para
que vaya a
laborar junto
a él. Le
dejo esta
carta para
ver si usted
le hace verso
y la
musicaliza,
en ella se
habla de unos
amores en el
mar"
(...) Así
fue como
surgió Entre
Mares y
Arenas, el número
que hizo
posible que
me conocieran
en toda Cuba.
Entre
las ondas del
mar bravío
puse
tu nombre
mientras soñaba
pues
a medida que
lo escribía
venían
las olas y lo
borraban
venían
las olas y lo
borraban ...
El
primero que
oyó en Mayarí
Mares y
Arenas fue un
joven
nombrado
Antolín
Callejas.
Tocaba
guitarra y
tenía
vestidura de
sociabilidad,
me felicitó
porque le
gustó mucho
la composición.
En
vez de
regresar a
Santiago como
había
planeado,
vine para La
Habana. Al
llegar aquí,
desprovisto
de todo, no
tenía mas
que mi oficio
de sastre y
no completo,
era un
oficial a
medias como
ya dije, pero
tuve la
suerte de
comenzar a
trabajar en
una casa que
estaba en la
calle Salud
12, el dueño
se llamaba
Alfonso Méndez.
Allí comencé
a luchar por
proporcionarme
el medio de
vida mas
modesto para
poder
subsistir. En
aquel taller
había como
treinta
operarios, se
trabajaba día
y noche sin
parar y el
pago era por
pieza, por
hacer un saco
me pagaban
cinco pesos,
pero como tenía
tan poca práctica
me pasaba
hasta tres días
para
terminarlo
(...) Los
operarios jóvenes
del taller éramos
treinta, así
surgió la
idea de
recolectar
dinero entre
todos para
organizar
encuentros
bailables con
muchachas de
nuestra
amistad. Una
ocasión en
que nos reuníamos
para celebrar
algo, en
medio de la
alegría de
la juventud,
dándonos
tragos,
bailando y
todas esas
cosas, yo
recuerdo que
comencé a
cantar:
Sobre
las olas del
mar bravío
puse
tu nombre
mientras soñaba...
Pero
que allí
estaba
Antonio María
Romeu, y
cuando me oyó
cantar me
llamó y me
dijo:
"Oye
chiquillo,
eso que tu
estas
cantando, de
donde
es?", le
dije: Mares y
Arenas.
"Y dónde
la
hiciste?"
En Mayarí.
El me miraba
asombrado y
al final
dijo:
"Vamos a
ver cántamela
toda y dime cómo
tu hiciste
eso y qué
instrumento
tu
tocas?".
Le dije: Yo
guitarra.
Entonces me
dice:
"Llégate
mañana a mi
casa que
quiero tocar
eso en el
piano."
Recuerdo que
el vivía en
la calle San
Lázaro,
después de
Belascoaín.
Allí nos
vimos, él
tocó el número
y lo
transcribió,
después me
llevó a la
casa del
editor
Anselmo López
que tenía su
comercio en
Obispo 127.
Se imprimió
la pieza y
fue así como
se empezó a
conocer.
Anselmo López
le sacó
mucho dinero
a Mares y
Arenas, el
fue el
responsable
de que la
partitura se
vendiera en
precio tan
bajo ..
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