DE
LA
HISTORIA |
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LA
FIESTA
CAMPESINA
por
María Teresa
Linares.
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La
fiesta
campesina es
una de las
formas de
reunirse un
grupo afín
de amigos,
vecinos,
visitantes,
para momentos
de solaz en
celebración
de un cumpleaños,
un velorio de
santos, una
boda o
bautizo, la
terminación
de una junta
para techar
una casa de
vivienda o de
curar tabaco,
el fin
de una
cosecha o
cualquier
otro motivo
que provoque
la necesidad
de diversión
que conlleva
esta reunión.
Se le ha dado
el
nombre de
guateque, el
cual se ha
generalizado
en toda la
Isla para la
fiesta
familiar.
Ortiz le da
un orígen
africano a la
palabra y
dice que en
algunos
lugares a la
misma
actividad se
le dice changüí,
palabra
conga, según
él.
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José
García de
Arboleya, en
su Manual de
la Isla de
Cuba, también
le da el
nombre de
guateque a la
fiesta
familiar
campesina y
dice que en
algunos
lugares del
departamento
oriental
también
le dicen
changüí.
Pichardo
califica
el
changüí de
“canto
y baile de la
gentualla”.
Aún
así, en algún
momento fue
baile sólo
para blancos,
a tenor de
una nota a
final de página
en la que
dice Arboleya:
“En
el día está
prohibida la
concurrencia
de la jente
de color”
(sic)
Históricamente
esta fiesta
se ha
alegrado con
el toque de
instrumentos
típicos.
Primero el
tiple y el güiro,
luego algún
otro
instrumento
de percusión,
la guitarra o
el tres, y la
sustitución
del tiple por
la bandurria
o
el laúd
Cubano.
Aquí
apareció el
canto solista
del campesino
utilizando la
décima para
todo tipo de
improvisaciones,
con temas
alusivos a la
fiesta o a
las personas
asistentes.
Aquí también
apareció el
zapateo como
forma de
baile de
pareja
desenlazada
y
otros bailes
que se
mencionan en
las fuentes
literarias
tan
antiguas como
el cachirulo
, la caringa,
el
tumbantonio,
el papalote y
el gavilán,
todos basados
en una
persecución
galante de la
pareja .
De
muchos de
estos bailes
hay
referencias
en otros países
latinoamericanos,
como la
zamacueca en
Chile, el
gato en
Argentina, el
jarabe o el
son huasteco
en México,
la jarana en
Panamá.
Todos
descienden de
los
zapateados
españoles,
combinados
con elementos
eróticos de
grupos negros
como los
bailes
de makuta y
yuka en Cuba. |
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De
todos, el
baile más
generalizado
en Cuba ha
sido el
zapateo.
Pichardo
describe el
canto del
campesino
como ay-el-ay
o llanto.
Dice que se
llama así
porque
comienza con
esta
interjección.
Le llama
punto de
harpa
a una
variación
del mismo con
acompañamiento
punteado por
el arpa, la
guitarra o el
tiple. “El
zapateo,
dice,
es la parte
del baile que
se acomoda a
los sones
explicados y
a otro
particular idéntico,
distinguiéndose
el punteado,
escobillado,
etc. el cual,
aunque rústico,
está muy
generalizado:
nada de
figuras, si
se exceptúa
alguna vuelta
de cuerpo
para
presentarse
inmediatamente
a su pareja
de frente a
continuar el
ejercicio
incansable de
los pies,
cuyo
sonsonete,
por más
variaciones
que ejecuten,
no han de
perder el
compás,
hasta que
aparece un
nuevo
Zapateador a
relevarle,
bastando un
saludo o
inclinación
de cabeza
para ser
obligado a
retirarse.
Cuando en
este baile se
imita al
guajiro con
sombrero de
guano,
machete al
cinto y
gesto
amenazante y
azorado por
los silbos de
los
espectadores,
entonces se
titula
Atajaprimo .
|
Esta
descripción
nos da una
idea del
baile
preponderante
en el siglo
XIX, y lo que
se ha perdido
en la memoria
del tiempo:
-En
aquellos
momentos el
zapateo se
alternaba con
partes de
canto, que
hoy han
desaparecido,
a veces se
ejecuta una
tonada por el
laúd.
-Dice
que no tenía
figuras, sólo
alguna
vuelta, y he
sabido por la
tradición
oral de
muchas
figuras
realizadas
por
bailadores
virtuosos. |
-Dice
además, que
es un estilo
en que se
“imita al
guajiro, con
sombrero de
guano,
machete al
cinto
y
gesto
azorado” ¿Es
que no era un
baile
campesino, no
era aquel el
vestuario
cotidiano?
Por lo menos,
la gráfica
de la época
representa
al campesino
con sombrero,
chamarreta
larga, pañuelo
al cuello,
bailando con
su pareja en
casas de
campo de
vivienda o de
curar tabaco,
etc.
-No
menciona al
calesero
negro, ni al
campesino que
se reunía
con amigos en
las
bodeguitas de
campo a
bailar
zapateo con
un tiple o
con percusión
sola, y las
figuras
virtuosistas
de bailar de
rodillas,
hacer un aro
con su pañuelo
y deslizarlo
de la cabeza
a los pies
mientras
baila,
ponerse puñales
a manera de
espolones en
las botas y
hacer
figuraciones
peligrosas
bailando con
ellos.
Es
cierto que
era un baile
de muchos
requisitos y
en su
etiqueta
entraba que
una bailadora
bailara con
varios
zapateadores,
pero también
en la gráfica
se observa
que ella a
veces tenía
varios
sombreros
puestos y había
otros en el suelo a su
alrededor. La
costumbre era
que el hombre
solicitara
bailar con
ella
entregando su
sombrero, que
ella superponía
sobre su
cabeza.
Luego, cuando
ella deseaba
cambiar de
compañero le
hacía un
saludo al
bailador que
la acompañaba
y entregaba
su sombrero
al siguiente,
que entraba
al ruede a
bailar.
Todo
esto supone
una hermosa
danza de
cortejo, que
en el tiempo
ha perdido
estas
características.
Arboleya
repite muchas
de las
descripciones
de Pichardo,
pero
distingue dos
estilos de
fiesta
campesina:
--“Llámase
baile de música
en el campo
los públicos
de convite o
de pensión
donde hay
orquesta y se
bailan
contradanzas
y walses,
para
distinguirlos
de los changüís
o guateques,
reuniones con
carácter de
familiares en
que sólo se
baila el
zapateo al
son del tiple,
la guitarra o
el arpa y del
canto de los
guajiros”.
Insiste
en que van
unidos el
canto y el
baile, en que
existen tres
estilos,
zapateado,
escobillado
y atajaprimo.
-“El
acompañamiento
músico del
zapateo se
llama punto
de arpa o
simplemente
punto, y el
canto
generalizadísimo
en toda la
Isla, se
conoce por el
llanto o por
el ay,
interjección
que precede a
todas las
coplas.
Luego
describe las
distintas
formas de
improvisar
uno a uno,
--como en las
rondeñas de
Andalucía—y
el uso de la
décima
cantada a
partir de la
glosa, y
las
aclamaciones
de los
asistentes
jaleando al
cantador y a
la bailadora.
De nuevo,
vemos, que no
desvincula el
canto de la
danza, lo que
demuestra que
antiguamente
se producían
a la misma
vez.
Otras
formas de
diversión
en los
guateques, en
parajes
cercanos a
las costas
donde
realizaban
largas
estadas
las
goletas de
cabotaje que
realizaban el
transporte de
mercancías y
de pasajeros
alrededor de
la Isla,
fueron los
bailecitos
organizados
por los
marineros
para invitar
a las
familias. En
ellos se
bailaba con
acordeón,
timbal y güiro.
Estos pequeños
conjuntos,
ejecutaban
valses,
pollas,
danzones.
Antes, se habían
visto
organillos
tocando
contradanzas--,
que luego
iban a las
fiestecitas
de campo en
los domingos
y días
feriados.
Así
se fue
identificando
con las
poblaciones
esta
sonoridad de
instrumentos
mecánicos
que han
llegado hasta
nuestros días
con los órganos
de manigueta
y cartones
perforados,
con
repertorios
de sones,
danzones y
actualmente música
moderna. Los
pequeños
timbalitos—cajas—fueron
sustituídos
por timpanis
de mayor tamaño,
o por
tumbadoras.
El güiro se
cambió por
los
grandes
guayos. En
busca de
mayor
sonoridad.
Los
sitios hoy
son los
mismos: Casas
de campo,
glorietas
techadas de
guano, sin
paredes,
patios de
tierra
apisonada o
casas de
recreación
colectivas en
los modernos
barrios
rurales o en
cabeceras
municipales.
¿Qué
ha cambiado
de todo esto?
¿Cuánto se
ha perdido?
¿Cómo nos
hemos
enriquecido?
Este
Festival
Iberoamericano
de la Décima
tiene la
respuesta. En
todos
nuestros países
puede haber
sucedido
algo
similar
El
zapateo
desapareció
sustituído
por el son en
un largo
camino de
evolución
transculturada
que llega a
la salsa. La
salsa es
internacional.
-Del
tiple no
queda
rastro.
Ha sido
sustituído
por el tres y
el laúd con
una vida
lozana al
haber ya una
escuela de
tales
instrumentos
que califica
los
instrumentistas
jóvenes.
El
órgano ya no
solo es
oriental. Está
en toda la
Isla, en
lugares turísticos
y de diversión
colectiva.
La
décima
regresa a una
nueva Edad de
Oro,
fortalecida
por jóvenes
que
estudian la
improvisación,
enriquecen el
idioma, hacen
buena poesía.
La
fiesta
campesina es
el recipiente
dorado en
donde se
mezclan los
caldos y
aromas, donde
se escancia
la esencia de
la cultura
popular
cubana..
|
En l855 un español radicado
en Cuba,
Vicente Díaz
de Comas,
abogado y músico,
estaba tan
identificado
con nuestra música
que compuso
varias piezas
musicales,
entre ellas
un zapateo
--de
aquellos que
se bailaban y
tenían
incluida la
tonada de
punto, y le
dedicó el álbum
de obras a la
Reina de España,
S.M. Isabel
II. Aquel
zapateo fue
la primera
partitura de
esta danza
editada
en música.
Hoy tenemos
la
oportunidad
de
escuccharla
como pieza de
concierto, al
piano. Si la
escuchamos,
oiremos cómo
eran las
tonadas del
siglo
XIX
que se
olvidaron,
que
desaparecieron.
Hagámoslas
regresar. |
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