DE
LA HISTORIA |
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Pedro Junco.
Nosotros: el bolero más cantado en el mundo |
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Un velo de medio siglo mantuvo oculta la pieza clave de un romance que prodigó, tal vez, una de las canciones más escuchadas en el mundo hispanoamericano...
La historia se desarrolló en Pinar del Río, la tierra del mejor habano del mundo, provincia ubicada en el extremo occidental de la isla de Cuba.
Corrían los años 40 del siglo pasado.
Un joven compositor poseedor de una envidiable voz de barítono compuso un bolero que titula Nosotros. |
La primera audición se produjo en el cierre del Festival Musical Cubano de 1942, donde se vio obligado a repetir la pieza ante los ininterrumpidos aplausos del público que abarrotaba la sala.
Lo que nadie imaginó entonces es que sería el bolero más cantado, con más versiones en el mundo y que cerraría el siglo pasado en la voz del afamado cantante mexicano Luis Miguel, quien la entregó a las nuevas generaciones como himno de amor imperecedero.
La autoría correspondió a Pedro Junto, un cubano nacido el 22 de febrero de 1920, en Pinar del Río. A los seis años de edad comenzó los estudios de piano y en su temprana juventud le brotó un hermoso torrente de voz que quienes lo oyeron calificaron de barítono. Sus profesores detectaron en él un talento musical innato.
Era un joven alto y atlético. Sus amigos lo recuerdan mas bien callado, observador; pero cuando entablaba una amistad se transformaba en un ser apasionado, vehemente, sensible.
Ingresó en la Universidad de La Habana a estudiar la carrera de Derecho. La situación económica de la época y muy especialmente de la familia, lo pone, definitivamente, en el camino de la música. |
Sus canciones desbordaron ese torrente de pasión y angustia que lleva represado en el corazón.
Los grandes cantantes de aquella época como Rita Montaner y Esther Borja, en Cuba, y otros de México, Argentina, Puerto Rico, Venezuela, República Dominicana y Panamá, incluyeron en su repertorio obras de Pedro Junco.
"Nosotros" pasó a ser la credencial de los más prestigiosos artistas ante el público que hizo suya la historia de amor imposible.
A los 23 años, el mundo puede ser sonrisa plena. Pero Tito, como también llaman a Pedro, tras la fortaleza de los músculos labrados en un banco de pesas y la estela de cariño que dejaba a su paso, en su voz engolada de romántico, sello de un gusto y una época, encubaba una grave dolencia en los pulmones; tal vez, grave herencia de su padre que padeció de tuberculosis.
Las crisis que sufrió las guardó en silencio. La juventud y la envidiable fortaleza lo hicieron sobrevivir de cada una de sus recaídas. |
Fotocopia de un cuaderno personal del autor con la
letra original |
Un día de febrero de 1943, sube como de costumbre a la azotea de su casa a realizar ejercicios. Cuando estaba en el fragor del levantamiento de las pesas, lo sorprendió la lluvia. La reacción de la enfermedad no se hizo esperar. Unas horas después lo azolaban fiebres muy altas y vómitos de sangre.
La vida se le escapó en un suspiro, en apenas unas horas. Cuentan que aún en medio de su agonía, pudo escuchar en el radio que lo acompañaba al lado de la cama, en el cuarto hogareño,
"Nosotros", en la interpretación de una gran orquesta dirigida por el notable compositor y director musical Rodrigo Prats. Entre lágrimas y emoción, sobrevino la falta de aire y, con ello, una hemorragia de la cual no alcanzó a sobreponerse.
El 25 de abril lo sepultaron en la tierra que lo vio nacer, en un entierro que aún se recuerda y donde, por supuesto, se cantó la canción que lo lleva a la inmortalidad.
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Esa misma noche salió hacia La Habana María Victoria Mora Morales -con el dolor y el secreto en el alma de la pérdida de su gran amor-, la bella y rica muchacha sanjuanera de ojos grandes con el color y la dulzura de la miel que en una fiesta estudiantil conoció a Tito.
Dicen que fue un amor a primera vista y de cuya relación solo supieron ellos dos. El nombre de ella quedó atesorado durante medio siglo como parte de una leyenda, mito, espejo de esos amores imposibles que andan por los rincones del mundo bajo al anonimato fecundo de un sueño. |
Solo la canción devela el idilio:
Atiéndeme
quiero decirte
algo
que quizás no
esperes
doloroso tal
vez,
escúchame
que aunque me duela el
alma
yo necesito
hablarte
y así lo haré.
Nosotros
que fuimos tan
sinceros
que desde que nos
vimos
amándonos
estamos
Nosotros
que del amor
hicimos
un sol
maravilloso
romance tan divino.
Nosotros
que nos queremos
tanto
debemos
separarnos
no me preguntes más..
no es falta de cariño
te quiero con el
alma
te juro que te
adoro
y en nombre de este
amor
por tu
bien
te digo: "Adiós".
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Tomado
de Bohemia
Agosto
de 2002
(atrás)
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